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PALABRAS, CRÍTICAS Y REFLEXIONES DEL IMAGINERO
Archivado en General por Administrador el 16/11/2011

Recogemos a continuación y en primera persona las vivencias personales del artista en relación con el comienzo y posterior desarrollo de su carrera profesional.

Quiero hablar de muchas experiencias que considero son y han sido importantes a lo largo de mi vida y de mi carrera profesional. No creo que mi historia personal sea muy diferente de la del resto de los artistas. El mundo del arte y la creación es tan bello como complejo y difícil. Son muchos los factores que pueden resultar decisivos en el desarrollo más o menos rápido y exitoso de la carrera del artista. Entre ellos, la capacidad económica, el apoyo familiar, acertar con una buena y seria clientela y, por último, la publicidad, que considero es uno de los más importantes. Es cierto que el que es buen artista acabará recibiendo el reconocimiento merecido a pesar de estos factores. El artista escultor imaginero debe, eso sí, tener una especial facultad de dominio sobre el plano diédrico o el de las tres dimensiones.

Desde muy temprana edad sentí la vocación de ser imaginero. Siempre que alguien me preguntaba acerca de mi futuro profesional, mi respuesta era siempre la misma: quería ser escultor. Pero claro está, del “querer serlo” al “serlo” de verdad, hay un largo camino, que requiere madurez y trabajo. Por eso recuerdo mis comienzos en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, donde en un principio me asaltaban las dudas e inseguridades. Era un joven con un gran nivel de exigencia y desconocía la paciencia para acabar lo modelado. Recuerdo como anécdota que, al principio, cuando modelaba, me salía la cara de una persona más prehistórica o primitiva. Ahora que he evolucionado en el aprendizaje, comprendo mejor esa metáfora sobre la evolución de la creatividad artística pareja a la evolución propia del ser humano.
 

El tiempo que estuve en la Escuela me enseñó a tener paciencia y constancia, a aprender de los errores y corregirlos cuantas veces haga falta y a sentir aprecio por mi maestro. También aprendí a encontrar respuestas que no son las que esperaba e incluso a sorprenderme a mi mismo de los resultados conseguidos, fruto de las ganas de aprender cuando se desarrolla una vocación tan fuerte como la mía, en un clima artístico que se despertó en mi con verdadera pasión.
 

Desde el principio tuve la seguridad de que valía para ser Imaginero. Si tú no te sientes en la seguridad de serlo ¿cómo quieres que los demás confíen en tu futuro trabajo? ¿Imaginero? ¿En qué consiste esta palabra tan sublime para muchos? Si para la mayoría de nosotros la palabra “médico” implica un sentimiento de respeto y superioridad, porque cuando estamos enfermos nos sentimos en sus manos, o la palabra “cantaor”, aun sin tener la carrera de música, nos sugiere a los artistas capaces de ponernos el vello de punta con su cante, la palabra “imaginero” representa no sólo una capacidad creativa sublime, sino una fe vivencial que se explicita en la talla, a la que transmito toda mi riqueza espiritual, recogiendo el acerbo cultural de todo un pueblo. Así me siento yo, Imaginero, desde los primeros encargos de mi vida profesional y que hoy ya forman parte de la devoción y admirador de muchos creyentes. Esa es mi meta, conseguir que de un leño de madera, cobre vida un crucificado o un simple busto de una dolorosa, y que la crítica en general y el público lo valoren. Eso me ayuda a seguir creyendo en mi mismo y a seguir caminando.
 

Si en el siglo XVII y XVIII se les llamaba a Juan de Mesa o a Martínez Montañés Escultores-Imagineros sin una preparación académica ¿por que hoy en día más de uno exige la carrera de bellas artes para considerarte imaginero? Es frecuente encontrarse con la opinión “Si no tienes la carrera, no eres Imaginero” Entonces ¡qué pena señores! porque el Señor de Sevilla o la Macarena fueron tallados por unos cualquiera y no por unos Imagineros. Claro que en aquellos entonces no había facultad, responden algunos. Mi respuesta es que lo que sí existió es el mejor periodo de la imaginería, donde se introdujo la mayor calidad de todos los tiempos, ¡Señores que no se engañe nadie, que ellos crearon escuela!
 

Como antes cité, tengo una formación de cinco años estudiando en una Escuela de Artes, con asignaturas como dibujo, modelado, talla en madera, historia como más destacadas etc.… A veces siento que no sé nada y me gustaría seguir aprendiendo incluso para saber más, puede que aporte algo más a mi imaginería. ¿No?, pero no creo que esto sea lo más importante. Mi respuesta al legado del mundo del arte no es otra que no es más científico el que más estudia y más preparación tiene, si no el que más aporta al futuro y más investiga

¿Alguno de ustedes se pregunta por qué las imágenes se estucan? ¿Es acaso un legado histórico? Es curioso, dos materias que no tienen nada que ver conviviendo juntas durante siglos, una es cálcica y apenas tiene proceso de dilatación y la otra es una materia que está en constante movimiento, ¡Así nos va en España! Patrimonio no da a basto para tanta conservación y menos la Santa Madre Iglesia que cada vez está mas limitada en sus presupuestos, según nos cuentan. Quiero decir con esto que yo llevo tiempo y años que no utilizo estucos, policromo sobre la madera.

Volviendo a mi aprendizaje en la Escuela, también pasé por momentos difíciles. En una ocasión, mi profesora Carmen, como el que borra una pizarra con un borrador, hizo lo mismo con uno de mis dibujos borrando a discreción. Nunca olvidaré la rabia contenida después de más de una semana de trabajo. Recuerdo claramente sus palabras en tono alarmante “esto está fatal” y a continuación, de forma brusca, restregó por todo el papel el carboncillo. Yo creía en aquel entonces que todo estaba perfecto y en su sitio. Hoy día agradezco aquella acción, porque me enseñó que en la vida me iba a encontrar con muchas situaciones similares y que, si el dibujo no estaba en su sitio, si hay que corregir, hay que hacerlo a tiempo. Más vale empezar de nuevo una obra que corregirla mal. Un cuadro ladeado tiene arreglo pero una pared torcida desde los cimientos, por mucho que la adornes, siempre estará mal construida.

Mientras estaba adquiriendo mis primeros conocimientos en Córdoba, tuve la oportunidad de visitar algún que otro Imaginero, no más de cuatro o cinco veces a cada uno de ellos. Tuve el placer, por así llamarlo, de entrevistarme con uno de ellos en su propio taller y le expresé mis ganas de aprender e incluso le pedí opinión sobre una imagen que había realizado y que llevaba en una caja como oro en paño. Ahora sé que aquella obra dejaba mucho que desear. La pregunta de aquel joven artista fue “¿puedo entrar a su taller aunque sea para lijar o a barrer? ¿O realizara lo que sea mientras esté cerca de todo este mundo que es el que me gusta y esté cerca de usted?” Su respuesta fue “Mi arte se muere conmigo”. Hoy en día este señor, al cual sigo apreciando como artista, ya ha tenido 6 ó 7 aprendices en su taller y a ninguno les paga. Nunca supe el porqué de aquella respuesta y creo que nunca lo sabré, pero me alegro de que aquello ocurriera de aquella forma. Fue lo más que pude aprender de un Imaginero, allí cambió mi afán por aprender de un maestro. Mi enfoque cambió y me pregunté: si él puede ¿por que yo no?

Me puse en marcha y mi afán autodidacta me hizo crear mi propio estilo, escogiendo de entre lo que considero lo mejor de todo el mundo de la imaginería. Me alegro de ser Sergio Torres, el Imaginero, y no ser fulanito aprendiz de tal. Quizás mi camino haya sido más largo que el de cualquier aprendiz, incluso un camino de más espinas que rosas, pero puedo decir que lo que sé y he aprendido es mío. Por eso, en el buen sentido de las palabras, con todo egoísmo y orgullo guardo celosamente mis secretos porque mis conocimientos los he adquirido con un gran esfuerzo, quizás a precio de oro. Nadie regala nada sin nada a cambio. El tiempo ha sido la moneda más cara que he tenido que pagar por adquirir mis conocimientos, a ritmo de cuentagotas, ¡claro! poca gente sabe que en la Escuela puedes adquirir una tercera parte de los conocimientos suficientes para realizar determinados trabajos; el resto, lo tienes que investigar tu mismo.
 

A lo largo de mi carrera artística, como he citado antes, he ido adquiriendo conocimientos, he tropezado muchísimas veces y me he dado cuenta de lo mediocre que fui en mis comienzos y de lo perfecto mediocre que, en ocasiones, continúo siendo hoy. Por eso espero aspirar a la perfección aunque sepa de mi mismo lo que soy, un “perfecto mediocre”.No lo digo simplemente por quedar bien, lo digo porque es la verdad de lo que siento, es fundamental la autocrítica del artista.
 

La gente, cuando entra en un taller, muchas veces espera encontrar semidioses, nos idolatran incluso, pero somos simplemente personas de carne y hueso, y de tal forma hay que tratarnos. Pienso que cuantos más trabajos hemos realizado y éstos han sido reconocidos, más respeto se nos debe, al igual que a los abogados que ganan muchos casos o a los arquitectos que han diseñado con éxito varios edificios.
 

Quisiera hacer alusión al actual mundo de las Cofradías y Hermandades. En contraste con el mundo de la Imaginería, que trata de superarse día a día en la calidad de sus trabajos y en su nivel de exigencia, nos encontramos con unas Cofradías que dejan mucho que desear, al menos en las formas. Estamos asistiendo a un periodo en el que las Cofradías ajustan excesivamente sus presupuestos y aceptan los proyectos de los imagineros más económicos. Incluso yo mismo he tenido que entrar en este juego en algún momento de mi carrera profesional. Todo esto repercute en negativo en la calidad de los trabajos. Es verdad que se está creando más obras de Imaginería que nunca, pero existen Imagineros de mejor o peor calidad artística, y muchas veces incluso los buenos nos hemos tenido que rebajar presupuestariamente para conseguir ganar la batalla del encargo. Muchas directivas de Hermandades han tratado de aprovecharse de lo delicado del momento, abusando en las cláusulas de los contratos y exprimiendo al máximo el presupuesto. Todo esto tiene una influencia negativa en la calidad de la obra. Yo he vivido esta experiencia ¿cuántos imagineros se encuentran sin presupuesto en la mitad de una obra? Nunca más volveré a entrar en este juego, que está perjudicando tantos trabajos. Considero que a los artistas se nos debe mimar más, lo contrario me parece una insensatez. El artista trabaja mucho más a gusto con todo pagado y los resultados de la obra son mejores.
 

Recuerdo incluso cómo en una de mis Dolorosas costaba más la corona que ella misma. ¡Cómo estrujó el presupuesto la Cofradía en aquella ocasión! ¡Qué vergüenza! Es un ejemplo de cómo las Cofradías ajustan indebidamente, olvidando qué es lo más importante en una imagen procesional. Afortunadamente no todas son así.
 

Quiero hacer alusión también a los que se autodenominan “cazatalentos”. Suelen aprovecharse de que el artista está comenzando su carrera y compran auténticas obras de arte por poco más de la décima parte de lo que realmente valen, y encima consideran que estás en deuda con ellos para siempre. Esto ocurre en todas las profesiones y es inherente a la condición humana. De mi se pudieron aprovechar en su momento, y quizás yo, por necesidad, caí en su juego.

Hoy por hoy considero que la primera etapa de mi actividad artística ha terminado. Ha sido un largo y difícil camino, pero yo soy ya un Imaginero de calidad y prestigio. No pienso consentir que nadie pise mi taller con ánimo de abuso y minusvalore económicamente el precio real de mi obra. Tengo más de veinte tallas titulares procesionando por toda España y soy consciente del valor de mis obras. Ya nadie más va a poner precio a mi trabajo, y menos gente que no es entendida en el tema, aunque sé que todas estas reflexiones pueden ser bastante comunes a los Imagineros de mi tiempo.

Finalmente quisiera también dar gracias a Dios, porque gracias a Él he llegado donde estoy, si soy como soy es gracias a lo vivido y experimentado, como bien dice el refrán “No hay mal que por bien no venga”, si me a puesto en mi camino durísimas batallas creo que las voy ganando por que aquí estoy contándolo, gracias a las mismas sales reforzado y no desgastado. Gracias también a las cualidades que me ha regalado y a mi constancia en el trabajo, todo ello alimentado por mi Fe y mis convicciones religiosas. También quiero mencionar un especial agradecimiento a mis padres, que siempre me han apoyado, incluso en los momentos más difíciles y siempre han creído en mí como Imaginero. Gracias a ellos, que me han transmitido la importancia de la Fe soy lo que soy.

EtiquetasEtiquetas: imaginero, escultor
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